El desarrollo de una partida exige conocimientos básicos y estratégicos que se van aprendiendo con el estudio y el trabajo.
Dada su larga tradición, el ajedrez se presenta como un mundo lleno de personajes que apasionan, anécdotas y partidas memorables que provocan admiración por su originalidad y brillantez.
Escuchaba esta mañana comentar a Leoncho García, un cualificado periodista y experto en ajedrez que se había incorporado la asignatura del Ajedrez en la Universidad de Huelva y que en la actualidad hay más de 1000 centros donde se imparte como actividad extraescolar.
Como no trato de que sea esto que escribo algo técnico sobre el ajedrez, termino con una definición que justifica sobradamente por su contenido la pasión de todos los que lo practican y el deseo de los que queremos hacerlo.
Benjamín Franklin, político, científico e inventor decía respecto al ajedrez. “El ajedrez no es una mera diversión frívola sino que su práctica desarrolla varias cualidades mentales muy valiosas en la vida normal ya que la vida es con frecuencia una especie de partida de ajedrez donde necesitamos tener una visión de futuro, sopesar las consecuencias de nuestros actos, asumir la responsabilidad de los mismos, tener siempre una visión general de la situación y no solo de una parte, medir bien los riesgos y peligros y respetar escrupulosamente las reglas”.
El ajedrez me apasiona.