Acabo de empezar el año con más pasión por la vida agarrado a los ensueños, recogido en mi guarida con los dedos en las teclas del ordenador rodeado de libros y enseres, a la derecha la ventana cinematográfica a través de ella veo un sol resplandeciente sobre el mural activo, mis ojos van al Catón de la vida, el dibujo de Don Quijote y Sancho que se empeñan en cambiar el mundo para ponerles en la entrada de mi blog arte y cultura, al lado encima de la mesa el libro de E.F. Schumacher que nos recuerda “Lo pequeño es hermoso”, el reloj que se paró en las dos y veintisiete, cualquier hora sirve para parar la vida, el bote de lapiceros recuerdos de países visitados, una libreta de apuntes de frases que se amontonan, la revista del Pan de los Pobres que mi madre me suscribió durante toda su vida. Todavía sigue con el mismo nombre y los pobres en el mismo sitio.
Abro el Catón siempre a mi alrededor como si fuera un amigo. No quiero que se acabe el placer de su lectura que no terminen las historias de Rocinante, Don Quijote y don Sancho en ellos soñé anoche veía a Dulcinea subida en el altar de la Iglesia del Toboso ella mostraba a la parroquia su pijo bendecido y con los brazos en cruz gritaba a los congregantes “no queremos este mundo que nos están imponiendo los patriarcas del sistema”.