"Bien vale recordar el conjunto escultórico de Bernini “Eneas, Anquises y Ascanio”. Eneas carga a su padre sobre los hombros, a quien libró de la destrucción de Troya. Algunos han destacado este gesto en relación con los ancianos víctimas de la actual pandemia de covid-19. Aquí está presente la historia misma y sus generaciones y lo sagrado de la humanidad. A pesar de la apostura poco convencional, Bernini mantuvo el eje vertical: en la base, la pierna izquierda de Eneas, su cadera robusta y el hombro que sostiene a Anquises, su padre; con ese equilibrio, su rostro puede salir del eje con expresión de alerta. Sobre el hombro, el pecho y el rostro del viejo extienden esa vertical y la proyectan hacia el cielo; la expresión del anciano es serena, armónica; y su mano izquierda sostiene sobre la cabeza de su hijo al penate, dios tutelar de la manutención hogareña, de la bodega de los alimentos, similar a cómo los dioses láricos custodian el fuego del hogar, y ese sentido de lo sagrado hogareño y comunitario es lo que pone sobre su entendimiento. El niño, Ascanio, hijo de Eneas y nieto de Anquises, es el portador del fuego. Ese eje vertical es el tronco del árbol sagrado; la luz se absorbe en la fronda proyectada en la cabellera del anciano y el dios penate, el entendimiento se iguala a alimentarse; la savia fluye en la fuerza de la pierna, la cadera, el pecho y el hombro de Eneas, interconectados con la fragilidad de la cadera de su padre y la luz de su mirada; y a la base, a la raíz, la energía de la memoria, portada por el niño que lleva el fuego. Tan barroco como helenístico es este conjunto; musculatura en tensión, focos de atención divergente, escorzo dinamizado entre luces y sombras, gestualidad intensa y expresiva; miedo en el niño, alerta en el héroe y serenidad en el anciano; virilidad, inocencia y sabiduría, valores clásicos puestos en movimiento, pero clásicos todavía al nacer del mencionado eje. Si Bernini fuera de este tiempo, no habría un solo eje, sino que tres, y desconectados: viejos sin sabiduría o sabios defenestrados, adultos sin virilidad ni carácter, y niños agresivos, tres ejes nacidos de la ausencia de lo sagrado."
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