viernes, 16 de diciembre de 2022

El pabellón dorado

 


Era la noche de aquel año en el que al día siguiente partíamos desde Madrid hacia Tokio me costó alcanzar el sueño hasta que a través de una cortina vi traslucir una geisha que leía la historia de mi vida me quedé asombrado porque en un instante recorrió las páginas del libro de todos los días dejando ver el desarrollo de las acciones y el resultado de las mismas. 
Era tan fuerte la sensación que de repente deslicé aquel paño sagrado y me encontré en un entorno asombroso, allí la muchedumbre andaban deprisa iban para todas partes y yo entre ellos, les miraba me parecían de otro mundo, serios, delgados, sobrios y bien vestidos. Las mujeres con modelitos variados bien puestas y bien peinadas y los colegiales con uniformes variopintos y sombreritos todo muy ordenado en un ambiente mágico la gente se acercaba a los múltiples puntos de ventas y compraba alocadamente todo tipo de productos presentados de forma exquisita la comida en montoncitos en bandejas preparadas en cajitas de colores, había escaleras que subían y otras que bajaban unas te llevaban al cielo y las otras te dejaban en el limbo para que purgaras tu atrevimiento por querer llegar al pabellón dorado sin antes expulsar a los malos espíritus.

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