Justo Sotelo
"Las personas, como los libros y las películas, como todas las obras de arte pertenecen a los que las aman".
¿Se puede amar para siempre a una persona, y aunque esta nunca lo sepa? ¿Puede sobrevivir el amor sin ser alimentado? ¿Es humano, es poético y bello y, sobre todo, es racional que así sea? ¿Merece la pena darlo todo por alguien que no te corresponde?
Esos párrafos de "Carta de una desconocida" son elocuentes: "Solo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer mi vida, que siempre fue la tuya aunque nunca lo supiste. Pero solo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que fue siempre la tuya desde la primera hasta la última hora".
Esto era en 1922.
Y 20 años después Zweig escribe otra carta, su despedida: "Antes de que yo, por libre voluntad y en plena posesión de mis sentidos, abandone la vida, me siento obligado a cumplir un último deber: agradecer desde lo más íntimo a este maravilloso país, Brasil, que nos haya ofrecido a mí y a mi obra un lugar tan magnífico y acogedor. Cada día pasado aquí ha contribuido a querer más a este país, en ningún otro lugar hubiera deseado reconstruir mi vida de nuevo, después de que el mundo de mi propio idioma se derrumbó y mi hogar espiritual, Europa, se autodestruyó. Pero tras cumplir los sesenta hacen falta muchas fuerzas para comenzar totalmente de nuevo. Y las mías están agotadas por tantos años de errar sin patria. Por eso considero mejor cerrar a su debido tiempo y con actitud erguida una vida en la que el trabajo intelectual y la libertad personal me han dado las mayores alegrías y me parecen el más alto bien de esta tierra. ¡Saludo a todos mis amigos! ¡Ojalá lleguen a ver la aurora tras esta larga noche! Yo, excesivamente impaciente, me adelanto a todos ellos".
Una "nouvelle" de apenas 70 páginas y una película de Ophüls que no llega a la hora y media. La puesta en escena circular y barroca, repleta de ventanas y espejos, de escaleras caracol y una ciudad convertida en laberinto, Viena, teñida de niebla y sombras hacia el final, cuando Lisa deambula como espectro por la plaza esperando la muerte a la que la condenó el olvido. Nacido en una rica familia vienesa el año 1881, Zweig escribió en sus memorias "El mundo de ayer" (1943): "Ahora que la gran tormenta lo destrozó hace mucho tiempo, finalmente sabemos que ese mundo de seguridad no era más que un castillo de sueños". Es la desaparición del viejo mundo y sus valores culturales, y con la guerra que los destruyó. Se podría pensar que recordar los viejos tiempos del imperio austrohúngaro convierte a Zweig en un decadente pero él sitúa la decadencia en perspectiva, sin deleitarse con su atractivo ni castigar sus aspectos más sórdidos. Su fin estético es describir el alma humana que había aprendido de Freud, y hacerlo de una manera encantadora y con un lenguaje sencillo. Se suicidó junto a su esposa en 1942 debido a las noticias de los avances de Japón en el Lejano Oriente. Quizá este acto final formara parte de su dolor desconsolado por un mundo desaparecido. Sabía que los nazis no iban a ganar en la práctica la guerra, aunque de alguna forma ya lo hubieran hecho".
Todo esto es lo que conté al comenzar la tertulia virtual de ayer por la tarde. Y di la palabra a María Rodríguez Velasco, que fue quien sugirió el tema de la tertulia, y así comenzó de verdad una tertulia maravillosa donde los tertulianos contaron sus lecturas de Zweig. Me refiero, por este orden, a Mariwan Shall, Eduardo Larrocha, Antonio Tello, Elena Gayan, Chema Menéndez, María José Muñoz Spínola, Francisca Arias, Presina Pereiro, Victoria Suéver, Almudena Mestre y los otros amigos.
Al final Javier Del Prado puso la guinda perfecta al contarnos que su mujer le había estado leyendo la noche anterior "Carta de una desconocida" durante tres cuartos de hora.
Y María nos dio las gracias. Resulta increíble, dijo, que 33 personas se reúnan un 6 de febrero de 2023 para hablar de un libro de 1922 y una película de 1948. Es lo que tiene la magia de las personas que aman la literatura.
Esta es la película completa con subtítulos:
https://www.youtube.com/watch?v=Z6Ni4lX_rAw
Mi afinidad hacia el ajedrez como juego buscador de pensamientos me interesó la novela de Stefan Zweig "Novela de ajedrez" que leí de seguido por su exquisita e ingeniosa narración sobre 2 personajes antagónicos, uno un genio del ajedrez desde niño que acaba siendo campeón del mundo, el otro un empleado de una asesoría jurídica que huye de los nazis.Se encuentran en un trasanlántico y les convencen a jugar una partida. Una historia en la que se cuenta la capacidad de resistencia y recursos del ser humano cuando el contrincante del campeón se enfrenta a la soledad provocada por el tortuoso aislamiento en prisión y se encuentra en una curiosa situación en la que libera su soledad al robar un libro de ajedrez.
Gracias a los contertulios que me escucharon a todos los que participaron y a Justo Sotelo por su brillante y didáctica exposición.Como siempre una tertulia en la que se disfruta al escuchar hablar a los que saben.
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