Ese pobre, vagabundo con sombrero, bastón, chaqueta, chaleco raído, pantalones que desbordan y zapatos que engrandecen.
Recoge con miramiento al niño desamparado para que aprenda en la calle la crudeza de la vida y se enfrenta con hidalguía al mundo que les olvida.
Lleva en su pensamiento aquellos tiempos antiguos para encontrar los modernos.
Sueña con su enamorada que entre bambalinas pasea sus moldeadas caderas.
De su mente nunca olvida el mundo de la razón, la arenga hacia el dictador, el baile de los panecillos y la ternura del zapato con los clavos de la suela que relame el hambriento explorador.
Ese el que con mirada ingenua y con firme decisión va en busca de quimeras.
Ese es el hombre gigante, osado, luchador, el que vive con pasión, antihéroe y soñador.
A mi me gusta Charlot.
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