Visita a la Casa Museo de Miguel Unamuno.
Dedicado a los amigos de la literatura.
Algunas de las perlas que rescaté de las muchas distribuidas a lo largo de su aposento.
“Mi objetivo es agitar y molestar a la gente. No estoy vendiendo pan; estoy vendiendo levadura.”
Miguel de Unamuno
Fuerteventura
Durante los primeros días, Unamuno reflejó esta opinión en sus primeros artículos escritos en la isla, describiéndola como:
“Esta infortunada, donde entre la apacible calma del cielo y del mar escribo este comentario, mide en lo más largo, de punta Norte a punta Sur, cien kilómetros, y en lo más ancho, veinticinco. En su extremo Suroeste forma una península casi deshabitada, por donde vagan, entre soledades desnudas y desnudeces solitarias de la mísera tierra, algunos pastores.”
A pesar de su primera impresión, Fuerteventura estaba siendo descubierta por una de las más grandes personalidades de España, lo que dio pie a su historia como leyenda, gracias a que un periodista anónimo proclamó su fama en un artículo a raíz del destierro del escritor:
“Hoy el nombre de Puerto de Cabras no es desconocido en ambos mundos, y hasta lo repiten millones de labios y lo escriben […] las más prestigiosas plumas de la literatura contemporánea.”
Unamuno vivió durante cuatro largos meses en esta isla, y su estancia fue considerada como un fracaso del Gobierno, pues el escritor no estaba dispuesto a que el Dictador y los partidos extremistas le quitaran lo que más tarde se consideró como una fuerte aventura quijotesca.
Ahora bien, su vida durante el tiempo confinado, casi se puede reconstruir día a día, gracias a las confesiones en formas de verso y prosa que escribió durante los primeros meses de destierro, que más tarde añadió en su obra De Fuerteventura a París (1925).
Además, también se publicaron sus escritos en periódicos como “Nuevo Mundo”, de Madrid, en “Caras y Caretas” de Buenos Aires y en “El Tribuno” de Las Palmas, que contaban algún que otro dato interesante más, a los que se les unían sus cartas, sus declaraciones e incluso testimonios de personas que convivieron con él durante la estancia.
"Mi pleito personal
como el doctor Primo de Rivera y Orbajena, General y supuesto dictador, ha hablado varias veces de despechados, refiriéndose entre ellos seguramente a mí, voy a empezar ahora y aquí hablando de mí situación individual y personal, más personal que individual.
Debo, ante todo, rechazar la especie de que mi campaña obedezca a un pleito individual mío con el rey o con la tiranía pretoriana que él trajo a España.
ni puede decirse que sea yo un perseguido.
Mi confinamiento en la isla de Fuerteventura_ i dios la bendigai - se debió a mi voluntad. Supe el acuerdo con tiempo suficiente de huir a Portugal antes de que se me detuviera en mí casa, y tampoco quise acudir al Gobierno Militar de Salamanca a preguntar los motivos del extrañamiento _ hasta hoy no me los han declarado_;
iniciando así el dialogo, que es lo que, sin duda, buscaban los tiranuelos.
Y en llegando a Cádiz manifesté que tenía trazado mi plan, consistente en no huir, no preguntar las razones o sinrazones de la medida tomada contra mí y no pagar gasto alguno.
Y así lo cumplí. En los ocho días que estuve en Cádiz confinado en un pequeño hotel, no recibí más que una sola visita de sujeto que llegase de fuera a verme, y fue la de Miguel desgracia la de mí nombre_ Maeztu, muy desventajosamente conocido en mí villa natal y compañero de negocios_ sucios, por supuesto _ del gran negociante _ a las veces en sangre humana_ Severiano Martínez Anido.
Fué, de seguro, a ver si hallaba resquicio para entablar el arreglo. Porque ya para entonces los tiranuelos se habían dado cuenta de su torpeza y buscaban, como en lo del Marqués de Cortina, la componenda.
Y es que son tan brutos, han vivido tan al margen de la vida cultural de España, que era y sigue siendo posible que un Español se haga, como me he hecho yo, una reputación mundial, adquiera autoridad en todo el mundo civilizado y aún más allá de los países de lengua española, sin que ellos se enteren."
Miguel de Unamuno, dos discursos y dos artículos
Editado por editorial "Historia Nueva", Madrid, 1930
Horizontes majoreros
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