Cuando
piensas en viajar lo primero que te viene a la cabeza es recorrer los caminos del
saber que acompañan a la historia no solo el gozar de la mente sino también
encontrar la posada donde el aposento y el buen yantar sean la referencias de
las gentes del lugar.
Ya
que este mes El Bosco pasaba por Madrid de Tenerife volamos a recorrer los ensueños. En esta primera estación nos bajamos
para contemplar sin recelo El Carro de Heno que me traen recuerdos eróticos de
la hierba en el pajar y el Jardín de las Delicias un vergel con los goces y
sufridos de la vida que se pasa y cuando le da la gana termina. Después de
soñar en vivo recorriendo por el Prado el universo bosquiano sin olvidar las
Meninas y el perro que no se mueve damos vueltas por Madrid recorriendo los
bestiarios de las tascas con los tintos de verano que te vuelven a la tierra y
te empujan a la vida para seguir caminando rumbo hacia Salamanca.
De
la calle Mendez Alvaro sale el autobús que nos lleva a Salamanca. Allí a las orillas
del río Tormes nos encontramos con el ciego que veía al que se comía las uvas
que no le correspondían y también al “como decíamos ayer” de Fray Luis de León
y Miguel de Unamuno cuando regresaron a sus cátedras. La historia se repite y
seguimos sin enterarnos .Entrando en sus aulas y tocando la madera de los
pupitres que su contacto me trasladaba y recorría cuatrocientos años atrás
lleno de sabiduría
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