Hoy quiero compartir y celebrar
los treinta años de mi llegada a Tenerife.
Era domingo. Me acerqué al
Puerto de la Cruz. Allí un dibujante callejero me hizo una caricatura en la que
junto a una dedicatoria con sus buenos deseos figuraba una enigmática araña.
Como coincidencia y en homenaje
al Día del Libro he decidido hacer un microrrelato sobre esta parte importante
de mi vida.
Tres días y el destino.
Después de 40 años de cargada
singladura, con escuela, labor y siembra un día del mes de abril decidí cambiar
el rumbo de mi vida engañándole al destino.
Ayer. Fue en 1987 cuando desde Madrid
inicié la travesía para llegar a Tenerife desde donde vislumbré el escarpado
horizonte y encontré la araña que comenzó a tejer el enredo que tenía por
delante.
Hoy. Han pasado treinta años después
de salvar encrucijadas que por el camino surgieron.
En la extendida red que el tiempo fue
elaborando atrapados quedaron, el
trabajo, el esfuerzo, el coraje, aquellos dulces amores, las lágrimas del
querer, los zarpazos de la vida, los rasguños en la piel y las heridas en flor.
A pesar de los pesares con la pasión
encendida a Dios seguiré rogando y con las fuerzas que me queden siempre estaré
buscando las ilusiones perdidas.
Mañana. Miraré con sosiego la cercana lejanía, me moveré sin reparo y guardaré en la maleta lo que realmente importe para llegar al final del seducido destino.
Mañana. Miraré con sosiego la cercana lejanía, me moveré sin reparo y guardaré en la maleta lo que realmente importe para llegar al final del seducido destino.
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